Kobe Bryant, uno de sus compañeros de generación cuya cultura europea e incluso pija (y su carácter, claro) le alejó en un inicio de la parte gruesa de la NBA. Un regreso a esos tiempos pasados en los que ganar estaba por encima de todo, pero en los que justo por debajo se situaba la creación de una cultura inherente hoy en día a un pasado al que la Liga no puede o no quiere volver. La frase del polifacético Harold Pinter, Premio Nobel de Literatura en 2005, cobra sentido en la NBA actual, esa en la que aficionados y jugadores veteranos o retirados se esfuerzan por demotrar una y otra vez que todo tiempo pasado fue mejor. El biólogo, director del Centro de Genómica del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias, camiseta kobe bryant camiseta boston celtics sin nombre retrocede otro medio siglo y viaja hasta Argelia. Allí se crió, fue al instituto (donde jugó de quarterback en el fútbol americano) y pasó meses en un correccional por una supuesta pelea (su implicación no está clara) contra un grupo racista de la ciudad. La ciudad intentó anexionar por la fuerza a su territorio la sede de Nike, lo que dio lugar a una demanda de Nike, y la presión de la empresa que, finalmente, terminó en la Ley del Senado 887 de 2005 de Oregón.
La atenta mirada de una ciudad como Chicago, ascendida al olimpo por esos 6 anillos que Michael Jordan y sus Bulls ganaron hace ya más de 20 años, ha sido testigo de uno de los mejores All Stars de los últimos tiempos, quizá de la historia. También en la sociedad estadounidense, sumergida, como siempre en su larga historia, en un problema racial pantagruélico del que no consigue salir y cuya lucha abandera, en parte, la competición norteamericana. La mejor de un jugador singular, un mito viviente y una estrella que trascendió más allá del baloncesto e inculcó una dimensión cultural a una competición imposible de entender sin su influencia. Llegó en 1996 al equipo, solo un año después de Iverson, que había sido el descarado Rookie del año con crossover incluido a Michael Jordan unos meses antes. La 2000-01 fue la temporada de los Sixers, que lo ganaron todo menos el anillo: Entrenador del Año para Brown, que fue además el técnico de un All Star que ganó la Conferencia Este por obra y gracia de Allen Iverson, que se proclamó MVP del mismo. El personal de animación de este hotel, ameniza las jornadas de los visitantes de todas las edades.
Sacramento Kings por 121-124. La primera victoria para el equipo y para el nuevo entrenador, Chauncey Billups, fue en el segundo encuentro, en este caso contra Phoenix Suns por 134-105, siendo este uno de los mejores partidos en los últimos años de la franquicia, boston celtics camiseta demostrando un nivel defensivo nunca visto con el entrenador anterior Terry Stotts. También por el (poco) nivel mostrado por los All Star Game en los últimos años, carentes de emoción ni de esfuerzo, banalizados con numerosas jugadas que entran en los highlights de cualquier partido común pero que terminan aburriendo al espectador. Las camisetas de BALONCESTO NBA siempre las recibís con gran agrado pero no es menor las camisetas ACB, ni qué decir tiene la exitosa colección que traemos en exclusiva de LEYENDAS DEL BASKET, y hablando de camisetas de baloncesto NBA seguramente os interesen las camisetas USA BASKETBALL y las camisetas NCAA que son una delicia al ser camisetas buenas de grandes estrellas y auténticas leyendas del baloncesto NBA en su pasado por la universidad y por High School. Julius Erving (presente también el pasado fin de semana) llevaban a Philadelphia un anillo que no han vuelto a ganar.
“El pasado es lo que recuerdas, lo que imaginas recordar, lo que te convences en recordar, o lo que pretendes recordar”. La marca por sí sola tiene un valor de 47 400 millones de dólares estadounidenses, lo que la convierte en la marca más valiosa entre las corporaciones deportivas. En definitiva, una temporada histórica que se fraguó con unas Finales nada baratas y a las que llegaron tras superar a los Pacers en primera ronda (con 32 puntos por partido de Iverson), a los Raptors de Vince Carter, que erró el tiro ganador en el séptimo y definitivo encuentro (con 34 de Iverson en la serie), y a los Bucks de George Karl, Sam Cassell y Ray Allen en las finales del Este, en otros siete partidos en los que el pequeño jugador de los Sixers (con 1,83 es el MVP más bajo de la historia), que disputó seis, se fue a 30,5 puntos, 46 y 44 en los dos últimos choques. En primera ronda acabó con los Pacers, a los que endosó 31,5 puntos por partido, 45 en el segundo asalto. Sobre todo, si contamos con los 48 tantos que anotó a los Lakers en el único partido que los angelinos perdieron en unos playoffs en los que, literalmente, se pasearon.